domingo, 26 de abril de 2009

**La Muerte No se Refleja en los Spejos**


Sentí encontrarme con mis ideas cuando leí que Saramago personifica a la muerte, un simbolismo que me cautivó, porque ya en mi mente rondaba personificar al secreto mas conocido del ser humano: la muerte, ella alta, esbelta de tez pálida, melena espesa y oscura de mirada penetrante, ojos verdes, atraviesa las calles de esta ciudad, de los pueblos, de lugares inhóspitos y su trabajo es siempre el mismo, tocar el hombro de la victima y marcharse con una sonrisa fugaz, malévola pero encantadora, ella que parece tan frágil, pero tan potente, con una dosis de decadencia desborda un ambiente tersamente denso.

El escenario es en este momento es la ciudad, con rascacielos que parecen acariciar las nubes, tan volátiles, efímeros minutos pasan y ahí va ella, contrastando con la gente por la estética de su figura, no lleva prisa, el ritmo de sus pasos, hace juego con el perfecto contonear de sus caderas, pero de repente se dispone a cruzar las calles, atiborradas de imágenes cotidianas, la multitud corriendo para alcanzar llegar a tiempo, carros aquí y allá, y ella como si nada le importará porque no tiene un final escrito como los mortales, de repente el reloj se detiene sorpresivamente, el grito de: ¡ Cuidado! cruza la acera de enfrente como si quisiera que su voz detuviera ese momento y para dejarlo estático en el tiempo, atrapado y que no suceda mas, pero es tarde, demasiado, la hermosa muerte, su hermosa tragedia ha tocado el hombro de esa pequeña chica de escasos 17 años, escena siguiente, solo se ve rodar un espejo en pedazos, su vanidad ha atraído a la muerte, no puedes mirarte los ojos mientras cruzas una calle atiborrada de coches, no puedes tu no eres inmortal, las calles no son desiertos, son junglas reales.

La bella dama, la muerte, se asoma sobre el cuerpo sin vida y se detiene a recoger el espejo partido, pero se da cuenta que su rostro no se refleja en el vidrio.

Fue muerte instantánea, dicen las voces, la muerte se aleja de a poco para buscar a su siguiente victima.

El sonido del tráfico y las voces de la gente se hacen presentes otra vez.

Cuarto Oskuro (Cuento d una premonición sobre su secuestro)



La pesadilla era tan real como la realidad de mi vida, sentía mis pies, como fijos al piso, como bloques de piedra eran mis piernas, corría tan rápido como podía, pero mi propia respiración me asfixiaba.
Eran las dos de la madrugada y esa calle parecía tan interminable como mi paranoica debilidad, los latidos de mi corazón resonaban fuerte en mis oídos y la sombra de ellos se hacia mas grande, me estaban alcanzando, ¿que querían? aun no lo sabia, ni quería saberlo, solo quería salir de esta maldita persecución, ¿Por qué a mi? ¿Quieren matarme? ¿Quieren violarme? En mi mente solo tenía una frase de salvación: ¡Dios mío, ayúdame, si esto es un castigo, perdóname!
El callejón interminable pecaba de oscuro, la brisa parecía congelarse, el cielo tan azul profundo y las estrellas ahí estáticas, ¡que estupidez! Que aun me ponga a mirar el cielo. No aguanto, ya no puedo mas, no puedo detenerme, aun están siguiéndome, pero un muro se interpone en mi camino, es el fin, es el fin.
Paré y volteé lentamente, como si el ruido de mis movimientos fuera a delatarme, no estaban, se habían ido, pero la premonición estaba aun en mi, mirando para todos lados y a pasos inseguros, pretendí hacer esa noche mi camino a casa, me decía mentalmente que esta seria la ultima noche que me escapaba para salir a reflejarme al lago, de repente, todo se envolvió en una sinfonía de silencios, ni el rozar de mis suelas se escuchaba, el corazón parecía salirse de mi pecho ¿ era la hora? Sentí en mi hombro una mano fría y pesada, al momento de voltear, sentí un golpe tan fuerte que rompió mis labios y salpicó de rojo sangre mi vestido beige, otra persona me tomó del cabello, me subieron entre los dos a un auto de modelo desconocido.
Minutos después vendaron mis ojos, toqué mi boca y mis labios estaban tan inflamados que lo mas mínimo provocaba dolor, ellos no dijeron nada, eran 3, mis agresores contando al conductor, el camino a casa no se finalizó, se tornó distinto, mi destino era un infierno de sufrimiento inimaginable. No podía hablar del shock y el dolor, durante el trayecto me desmayé, a las horas sentí un jalón de brazo, el despegar mis labios secos por la sangre me dolió, fue difícil solo murmuré- ¿a donde me llevan?-, una voz ronca dijo- vaya, vaya hasta que el ratoncito despertó- mis lagrimas inundaron mis mejillas, empapé la venda, volví a preguntar, no veía nada solo sentí caminar sobre lodo, hasta entrar a un lugar olor madera, intuyo era una cabaña, me aventaron a un sofá, ataron mis pies y manos; las risas de ellos se acompañaban con el sonido de copas y botellas – salud, por una presa mas- empecé hablar con voz temblorosa y quebrantada – ¿donde estoy? ¿Qué quieren de mí?- Sentí esa mano fría recorrer mi cabello, -tranquila, tomaremos prestadas cosas tuyas, eso es todo- pero el miedo se apoderó de mi y grité, que me dejaran en paz, las carcajadas malévolas se hicieron presentes alguien se enfadó y aventó una botella y dijo a gritos – pobre estúpida grita hasta romperte la garganta, grita no hay ningún ser humano a kilómetros- mi llanto se hacía mas desesperante, otro de ellos se abalanzó sobre mi, me tomó de las mejillas y me escupió, luego arrancó mi vestido y con su aliento a alcohol, comenzó a besar mi cuello, luego metió su mano bajo mis bragas, mientras mordisqueaba mi oreja, de fondo completando mi atroz sufrir se escuchaban las risas y los comentarios obscenos de los demás, harían lo que me temía, iban a violarme. Mis gritos eran en vano, solo apretaba mis adoloridos y rotos labios, secos por la sangre, así pasaron uno a uno, hicieron lo inimaginable, mi cuerpo semidesnudo y sucio yacía sobre aquel sofá, el llanto no se iba, para mi todo era un cuarto oscuro, porque solo veía oscuridad a mi alrededor, la venda estaba intacta. Las horas pasaron solo dije con voz débil- ¿puedo ir al baño? Y uno de ellos desató mis manos y pies, me condujo al baño, siempre sujetando mi brazo, mi cuerpo estaba frágil, antes de dejarme ahí me susurró al oído, -puedes quitarte la venda y cuando termines te la pones o te mato-, cerró la puerta y esperó afuera.
Antes de verme al espejo lo pensé, no quería ver ese pedazo de carne que quedaba de mí, me sujeté fuerte del lavamanos y me vi al espejo, mientras lloraba, cerré mis ojos, unos segundos, los abrí, ahí estaba yo, limpia, con mi pijama puesta y mi cabello suavemente recogido en el baño de mi casa,¿ que fue todo eso? ¿Era un sueño? En seguida escuché que tocaban a la puerta, una voz llorosa dijo, Samantha, sal de ahí, acaban de secuestrar a tu hermana.